Luz de medianoche

Siento que se me acaba el tiempo
el tiempo se acaba y yo sigo quieto
quieto en la penumbra de un sueño
sueño que se disuelve en la rabia y el estruendo.

Siento que la vida es tan solo un momento
un momento de repeticiones galopantes al viento
viento que devuelve la raíz de hechos
hechos que violentan la paz de mis viejos.

Siento que no avanzo y que se me agota la fe
fe que abunda en la boca de mi madre mientras yo me muero de sed
sed que se alimenta de mis miedos y mis males
males que atormentan con duda discursos fundamentales.

Siento como la piel arde ante la zozobra
zozobra que silencia con los años mi derrota
derrota que recuerda la herida abierta
tan abierta como está la puerta de mi espalda rota.

Y, ¿qué si usted se vuelve citadino de este caudal de ruidos necios distraídos?

Y, ¿qué si usted se vuelve la burla ciega de los fallecidos?

La vida se sienta a ver como tejen las marmotas, como saca a pasear la política a sus mascotas.

Y, ¿qué si usted se sienta frente a frente, a este rostro que lleva marcadas las mentiras más corrientes?

Y, ¿qué si usted se olvida por un momento de mi nombre?, para abrazarnos vagabundos a la luz de media noche.

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«Empty», Unknown author. 

Quijotesco.

Cuentos de dragones y tigres
que devoran sus ganas de ser
de verse y saberse
de esconderse, tan solo a veces.
 
Por eso le esperé.
Como quien aguarda paciente
la siguiente ola y su corriente
con mis manos sucias
y mi voz vacía,
pero llena de cordiales atuendos
recibiéndole
mientras mutilaba mis recuerdos,
sus salvajes sueños.
 
Viento. Es solo viento.
O eso creí la última vez
cuando rozó mi voluntad
la sal y su ardor
la paz y el dolor.
Bendito seas dolor.
Maldito yo.
 
                                                                    Tal vez fue honesto.
 
                   Quizás yo no.
 
                                                                                                                             Estoy bien.
 
        La última vez.
 
               Lo sé.
 
                                                                                                                                   Construyo.
 
                                                       Mi propio dios.
 
                                                                                                                 Murmullo.
 
                           Es un adiós.
                                                                                                                      Lo habitual.
 
La duda.
 
                                              Cuestionar.
 
                Mi lluvia.
 
                                                                                            Impersonal.
 
                                Hay culpa.
 
                                                                                                                                  La fe.
 
Insulsa.
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Photo by Laura Makabresku (2016).

Todavía

Un poco de frío
se congela el ruido
un poco de lluvia
existe aún la duda
todavía.
 
Un poco de recelo
se aparece el miedo
un poco de misterio
que me quita el sueño
todavía.
 
Te robaste mis versos
frente al mar
adiestraste mis besos
sin pensar
y si hay algo que no deba saber
no me lo digas,
todavía
que quiero vivirte con fe
y osadía
que quiero abrazarte otra vez
todavía.
 
Un poco de brisa
no es risa es sonrisa
un poco de sabor
impregnado en mi sudor
todavía.
 
Un poco de aventura
pasión y locura
un poco de calor
entre tu cuerpo y mi pudor
todavía.
 
Te robaste mis besos
frente al mar
te escribí tantos versos
sin pensar
y si hay algo que no deba saber
no me lo digas
al menos no
todavía
que quiero vivirte con fe
y osadía
que quiero tenerte otra vez
todavía.
 
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«Kafka on the shore» by Maka Kvartskhava.

Una pausa

Como agua que corre
que se escapa de mis manos
así me huye el tiempo
me huyen los extraños
yo no concuerdo
y me hago más preguntas
de lo necesario
tal vez sea un camino errado
un patrón malformado
tal vez sea solo el viento
guiando mis pasos
hacia el barranco
de mis propios engaños.
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«Waiting» por el pintor holandés Josef Israels. 

Vísceras

Y me imaginé de rodillas
como jamás lo hice,
frente a la sombra de tu indiferencia
esperando consciencia y compasión;
limpié mis piernas y escondí mis huellas
para que no vieses en ellas la desilusión.

Me preguntas tantas cosas sobre el pasado
se te olvida que aún vivo y que el misterio no murió,
que la sobras de lo que te cuente no revivirán lo vivido
son solo murmullos de lo que ya pasó.

Me fumé las horas y los minutos,
me encaucé en la rabia y el sudor,
dormí por años y olvidé el discurso
así que ahora no me pidas ser orador.

A las puertas de un nuevo aniversario
ilustro las cadenas de mi opresión,
que aunque no las ame ni me queje de su compañía insulsa,
les dedico mi tiempo con ejemplar devoción.

¡Oh tú, doncella de cabezas blancas!
Escarmientas los pesares de mi negación,
conoces los miedos mejor que nadie,
sabes que el desprecio es un arma sin sabor;
¡Masácralo!, abre la puerta del dolor.
Que las vísceras se exparsan en mis acciones secas,
que las lágrimas derritan las bofetadas puestas
y que alguien me diga que esto aún no se acabó.

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«The Death of Marat»por Edvard Munch, 1907.

Claraboyas

Intranquilidad
el silencio está ausente
lo ahuyentó mi palpitar
que resuena en las paredes
y se niega a callar.

Ansiedad
mis pies en desasosiego
un ahogo extranjero
mi tacto perdió el credo
ya no sé ni en quién pensar.

Voluntad
ahora pienso de más
no desnudo las palabras
ni me pongo de espaldas
la desconfianza envenena mi ingenuidad.

Impunidad
desaciertos restregados
por un rostro malformado
que sonríe por inercia
malintencionado yace mutilado.

Anoche terminé de alistar maletas, guardé un par de orgullos, mis libros, mis refugios. Me senté a esperar un rato en mi sofá, a observar la luna y a mis vecinos descansando sus fortunas; mi voz estaba lista para aullar. Tantas cosas que oprimir, las promesas que no cumplí, tengo mucho que perder y otro tanto que arriesgar, pero no puedo llamar vida a esta puta osadía, de sentarme a ver los números pasar.

Imagen sin título. Autor desconocido.

Imagen sin título. Autor desconocido.

Adia

Una vez me senté y reí.
Me senté y le miré a los ojos,
vi franqueza y temí.
Temí por las cosas que vi en ella,
cosas que en su momento no comprendí.

Me até los zapatos dispuesto a correr,
pero decidí quedarme y no me fui.
Amparé su rostro en mis tejares,
quise que sus manos me recorrieran todo.
Le susurré al oído un par de verdades,
para que al final del día viera en mi las manos limpias
recién lavadas de toda culpa
aún cuando la sangre salpicada
adornara mi torso;
habían aún pedazos de otras almas
colgando en mis vellos
residuos de socorros
a los que nadie había acudido.
Me miré en el espejo, me senté y clamé.

¡Me emputa la vida y me emputo yo mismo!
A veces quisiera entrar en sus parámetros
y no ser distinto.
Qué fácil sería vivir sin instintos
seguir el camino de rosas
sin espinas ni aromas
soplarle al viento por donde ir.
Sé qué te gusta y sé que me observas,
sé que te irritas con mis respuestas.
Arráncame de un solo la ropa,
haz del deseo, mi derrota.

"Culpa y perdón" por Dídac Muciño, México 2011.

«Culpa y perdón» por Dídac Muciño, México 2011.

El Camino (o el desdén de mí mismo)

Y es que me encuentro al lado del camino
le acompaño, como lo haría un buen amigo
no camino sobre él aún, solo le observo
con anhelo le cuento mis relatos
incluso aquellos que algún día serán suyos
pero que hoy se encierran en el anonimato.

A veces me siento a esperar la muchedumbre
se aprende de ellos y de uno mismo
en sus aciertos encuentro mis defectos
en sus errores yacen mis gazapos
como en aguacero de mayo
quedó todo el orgullo mojado.

¡Ay camino largo, camino sagaz!
Que me tienta con lo mismo que me hace temerle
me preocupa como en él,
se pueda ver el cielo nublado
los días en que el sol me tueste
y que mis pasos dejados sean los únicos aliados
¡Oh camino ancho y proceloso!
¿Será que algún día andaré en sus pastos?

Mientras me siento y le miro a ella
le susurro versos con mis ojos
de esos que solo se entienden a ciegas
porque incluso a veces
hasta las mentiras salvan presas.

Mientras me acuesto y le recuerdo a él
su dolor a flote oculto en astas
las banderas a las que le apostaba
con las que recubría su frío y hambre
aún cuando su propia vida quebrara.

¿Será que le tomo demasiado en serio?
¿Será suficiente mi arsenal de dudas?
Ya me he acostumbrado a que me menosprecien
no sería ajeno a las malacrianzas
me alejaría en silencio aunque lo niegue
camino absurdo lleno de trueques
¿Será que te quiero por lo que tienes o por lo que me debes?

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Imagen pintura por el artista fovista francés Auguste Chabaud.

El día en que volví a ser yo mismo

En el umbral de una plaza vacía, donde una única luz me hace compañía, lo observo todo cuanto me rodea, lo observo con una calma que mata, que alucina y duele, que me anuncia esas cosas que a veces olvido, en las tortuosas cadenas del propio engaño. Me siento a esperar a que llegue la última hora y muera la mediocridad; se ejecute la pobreza de acciones y se agoten las palabras, esas que sobran en mis frases sin sentido o en la redundancia de mis plegarias, huyéndole a la vida ciega, al carácter mismo y a la falsa obediencia.

Como quisiera poder hacer de esta plaza y su centro, el escaparate de mi ciencia, el lugar donde se me ejecute sin juicio previo, pues es sabido de años, desde los primeros pasos, que es solo una pena la que merezco, un castigo que supera lo divino, pues conmigo se equivocó el destino y se equivocó Dios mismo, por eso no le perdono sus pecados, hasta que no se me perdonen los míos.

Búscame opaco, búscame denso, despojado de mis ropas y mi coraje, búscame con la boca sucia y las manos rotas, búscame cuando ya no esté y no me avergüence de mi sombra. Que no me encuentre alguien mientras me escondo, que esta invisibilidad sea la insignia de mi suerte, que se me recompense allá donde no lloran los cobardes.

Y es que tal vez algún día de aquí me vaya, o simplemente me arrastren las hojas secas hacia el mar salvaje, quizás me lleven a donde yo soy mudo o me entreguen como sacrificio a los moralistas, que hagan de mi fe un festín bendito del que puedan comer sus hijos.

Ojalá que la vida te cuente todas esas cosas que no hacen mención de mi; fábulas ya se han escrito y de algunas he sido coautor y victima, mas ya cedí derechos a los protagonistas, a los que importan y se imponen, ante los que los mortales alzan su vista, envidiando su vida y sus conquistas.

Y si mañana me asesinan en la ciudad, no serán muchas mis pertenencias, no requiero un funeral. Me basta con que vayas a la esquina de mis memorias, le cuentes a algunos pocos que en verdad los quise y que amé los llantos y las risas; que les pidas perdón por mis caprichos y los abraces fuerte y de a poquitos, como lo aprendí a hacer a los veinticinco, pero que olvidé entre tanto circo. Y si me voy y me dan por muerto, cuéntales todos mis secretos, quisiera ser testigo de lejos de sus asombros y aciertos.

Si tan solo se apagara esta luz, dejando a oscuras esta plaza vacía, podría llorar sin vergüenza ni ira, después de tres días finalmente dormiría o simplemente escribiría esta letra escarlata, sin una firma escogida. Sí tan solo me llevaran para poder dejar de lado el abandono, sí tan solo pudiese palmar sus espaldas con decoro, sin hipocresía ni compromisos fugaces, les escribiría con galante admiración; pero como solo me queda este frío en verano y estas risas perdidas, zarpo el vuelo hacia donde se pueda ser alguien y no erguir mi nombre en vano.

Hay Muchas Voces

Hay mucho ruido en mi cabeza, las voces han vuelto.
Se ríen, gimen, lloran, critican y nadan a sus anchas,
en mis calles vacías,
la anciana con frío que camina rezando, sus vestidos de día usados de noche,
un cristo negro de Esquipulas es tratado como ancla.
Camino rápido, me siguen.
Miro sus sombras y sus posibilidades,
ambas llenas de magnánimas mentiras,
intentando engañarme a caer y ser uno más de los discípulos,
de los que creen,
de los que anhelan,
de los que gozan y
de los que alaban,
los que crían hijos a su imagen y semejanza; corrompida se acuesta mi alma.
Me tocan los hombros sus andrajos,
dejo de huirles y me siento. Sí,
ante mi público, ante su espera
¡soy su víctima perfecta!
¡Crujan sus dientes en mis frutos y déjense de pendejadas!
¡Digan de una vez de qué están hechas sus armas!
Pero no aplaudan cuando muera que esa no es por menos mi derrota.
Froten sus manos si paso de cazador a presa y
se abra mi mente a sus amenazas.
Los huecos en mi memoria,
las palabras que no fueron ni serán perdonadas.
Las acciones dibujadas en globos donde encerré infantes;
las cartas que escribí y envíe con la bondadosa intención de ser malvadas.
Mi falta de moral.
La falsedad con la que tomé sus brazos y les arropé,
todas mis cervezas regadas en los corredores del pasado,
ese que aún vive en mis paredes; late cada noche a las siete.
Me recuerda que debo salir que debo ser esa versión que improvisé y
que uso a veces tal cual traje de gala.
Hay muchas voces en mi cabeza,
solo yo me quedo callado.
Las oigo cantar e inventarse historias,
dramatizan y agudizan mis peldaños,
la desconfianza se folla mis ideales imaginarios,
se entrometen los suicidios de mis instituciones.
Hay muchas voces y yo tengo sueño,
hay mucho que hacer, pero estoy cansado.
Hay mucha gente acá arriba y yo aún sigo tan abajo.

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Imagen «El Corazón de la Locura» por Salvador Dalí.