Señorita dígame usted
si soy merecedor de sus sonrisas y sus versos
que llevo las manos sucias y apenas si acaso sé caminar.
Dígame usted si valgo el rato
que no soy uno más de sus raros artefactos
que así como las piedras ruedan río abajo, ruedo yo también.
Usted me susurra al oído
tentaciones y refranes, quiere hacer de mi su esclavo;
¿Qué me debe y qué le debo?
dígame usted cuándo termina el juego
que si me pregunta yo apenas comenzaré.
Y aunque usado yo parezca
seré de su tacto aprendiz y presa
solo por esta vez.
No hay motivos ni descansos, yo no sé dónde ha usted estado
no me importa, enséñeme.
Déjeme sentir sus manos, su carne oscura, sus retazos
no se apiade de mi usted,
que solo a golpes yo le aprendo
he mordido el polvo y he tocado fondo
del suelo por favor levánteme.
Solo para que al final, me deje otra vez caer.
Señorita béseme usted
muéstreme que saben hacer sus labios
yo por mi parte cederé.
Guíeme por la senda de su cuerpo
yo sabré que hacer en su momento
quizás por conveniencia simule timidez.
Y es que no hay paciencia, ya he empezado
le he sentido, le he tocado, por favor deténgame.
Me ha dejado entrar donde nadie más ha entrado
y en su propia celda le he encerrado
como nunca se apiadó de mi usted.
Que solo a golpes yo le aprendo
soy astuto aunque me haga el tonto
del suelo por favor levánteme.
Solo que esta vez, es su turno de caer.
Que una regla muy cara me enseño la vida
maestros y alumnos somos todos algún día
y nuestro rol debemos entender.
Le agradezco eso que me enseñó usted
y con mi sangre yo le pagaré,
pero aprendiz no soy al menos en esto
y solo por eso
hasta aquí llego por su bien.