Réquiem

Ahí va la voz, corriendo por el pasillo, con los mismos alaridos. Pobre mujer desesperada, pero ¿qué debo yo en su sufrimiento? ¿por qué no me deja dormir? Me acerco a la oscuridad para ver de cerca la luz de luna; al asomarme a la ventana, allí estaba él. Bajo la lluvia, llorando como un niño sin consuelo. Allí estaba pasmado viéndome como quien quiere decir la vida con palabras. Su camisa verde estaba empapada, mientras su suéter gris yacía irreconocible en el barro. Muchas preguntas ahogaron mi cabeza, las voces me dieron una tregua para que pudiese decidir.
 
Lacrimosa
Lacrimosa dies illa
Qua resurget ex favilla
Judicandus homo reus.
 
Huic ergo parce, Deus
Pie Jesu Domine
Dona eis requiem, Amen.
Soy el diablo,
mi demonio.
Soy causante
de mi agobio,
soy respuesta
a mis enojos.
Y aunque los ángeles
bajen y me anuncien
con decoro,
yo he arado mi camino,
he decidido mis vestigios.
Y esas casas
que veía cuando era niño,
los jardines,
las estatuas.
La tarde eterna
en vísperas de lluvia.
Su sombra.
La ventana entreabierta
y los libros sin cubierta.
El sillón marrón
y la lámpara vieja.
No hay nadie adentro,
solo este niño que observa.
Solo este niño que anhela
sus misterios
y todo lo que
esa escena encierra.
Canta el réquiem
en mi esquela,
que llore por mí
quien deba.
La muerte no es santa,
ni yo lo soy.
La muerte tienta.
 
Entonces él habló. Abrió su boca seca en medio de aquel torrencial aguacero, para dejar entrar en ella el agua y su verdad. Quise abrazarle por inercia, pero mi cuerpo no respondió a ningún sentimiento. Hizo una pregunta y yo sabía su respuesta. No. Luego de eso, por fin pude morir.
Amén. 
dig

«Ruinas» Autoría propia

*Este escrito es la conclusión a la trilogía de historias cortas «Manicomio» y «Lacrimosa«.

Masterpiece

Bare-naked hands
all over my body
you touched my shoulder
to bring me back to life.
 
You saw right through me
and went down to the coldest corner
you broke me inside
in the name of being honest.
 
Now look at me
who I am
I’m your masterpiece
your greatest art
You torn me into pieces
you wrecked my walls
but this brand new me
remains alive.
 
So many wasted words
I can not distinguish the lies
you played to fool me
a human clay, you lured me to die.
 
Drown in anaesthesia
my eyes are empty and dried
no one will ever tear me apart
I am stronger, the force of a thunder
you triggered my pride.
 
Now look at me
who I am
I’m your masterpiece
your greatest art
You torn me into pieces
you wrecked my walls
but this brand new me
remains alive.
 
And now that I’m your perfect storm
my arms were born to rise
you harvested me to blossom
but you couldn’t watch me shine
bright like a diamond
you painted my light in the dark
 
Now look at me
who I am
I’m your masterpiece
your greatest art
I had to picked up the pieces
of a broken heart
I rebuilt the walls
‘cause this brand new me
feels so alive.

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En la obscuridad

Apaga la luz
que mi alma en la obscuridad se encuentra
siente mi roce líquido
respira cerca de mi cuello
y verás como la noche devora el cuerpo
poco a poco
simulando adormecimiento
pensando que todo ha acabado
al menos de momento.
 
Búscame en sus esquinas
allí donde se disfraza la vida
para dejar infundada vergüenza
escupida por mi falta de moral
aunque me juzguen y me ofendan
porque puedo ser dios
o ser el propio diablo
depende de lo que decida quien me encuentra
tumbado boca arriba
en mi consciencia.
 
Detéstame o rézame
que yo te absuelvo de mi esencia
besa mi pecho en estas cuevas
calles malditas
donde la luz no entra
pues a fin de cuentas
cuando lo negro inunda
me veo mejor
cuando la obscuridad abunda
me conozco a rigor
sin cerrar los ojos
me doy cuenta
que en la claridad yace el perdedor.
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«Light in the Darkness» by Jarmo «Jarko» Korhonen. 

Lacrimosa

Dos sujetos de mediana edad, sentados uno frente al otro en un par de sillas viejas de madera. Las sobras de una compra mal hecha. Se miraban y no se decían nada. Habían estado evitando el encuentro. Uno de ellos habló.
 
– ¿Y las palabras?
– Nunca he entendido de razones.
– ¿Me aborreces?
– Amo tus mentiras, nada más.
– Son crueles, lo sé.
– ¿Lo sabes? Y no te duelen.
– Hay muchos escenarios. En realidad son tres. A veces más.
– Sí sobre todo hoy; ya casi es domingo.
– Fue un domingo tu primer crisis, ¿verdad?
– A las cinco. Duró una hora. Desde ese día, todo fue distinto.
– ¿Estás limpio?
– Para nada. Son diez meses de sobriedad. Pero eso no significa que no le extrañe.
Lo sé.
– Fui inocente.
– Tal vez.
– La última vez.
– Sí, me viste feliz. Lo sensiste en los labios.
– En cada beso. En tu humedad.
– Sabía que sería nuestra última noche. Lo sabía tan bien.
– ¿Y por eso fuiste feliz?
– Sí, fui feliz de tenerte. Y porque así te quería recordar, aunque llorara al tenerte de frente en la estación de San Miguel.
– ¿Lo entiendes?
– Nunca lo haré.
– Me iré.
– Lo sé.
– ¿Vos?
– También, que de correr entiendo bien. Huye, que yo también huiré.
– Tengo sueño.
– Perdóname.
– ¿Aunque no te crea?
– Déjame ser.
– Abrázame.
– Es la última vez.
– ¿Un domingo?
– Día de lágrimas.
– ¿Estás limpio?
– Pronto lo estaré.
 
La mañana era turbia, pero el aire la cambió. No estaban allí los dos sujetos, solo uno de ellos, sentado en la misma posición. En frente, sostenía un gran espejo.
dig

«Quizás hoy sí». Autoría Propia.

Hegira

Voy a arriesgarlo todo
tal cual lo hice ya alguna vez
dejaré los consejos de sensatos
dejaré mi silla y mis retratos
que a final de cuentas
no soy yo si estoy aquí.
 
Voy a tomar la barca e irme lejos
quizás logre entender menos
y cansar más mis pies
quizás solo logre vender mis egos
pero sabré lo que es crecer.
 
Por eso empaco ligero
una maleta y mil recuerdos
vendo mi guitarra y vendo mi tiempo
para con unos cincos más alzar el vuelo
e irme a la tierra de aquellos
a la de otros, como nosotros
donde tenga sentido empezar de cero
donde los rostros no castiguen
ni persiga la maldita estupidez
allí donde no te llore tanto
ahí donde la sal es parte del encanto.
 
No merezco morirme lento
si la vida han de quitarme
será de golpe y sin remedio
nunca temí no ser eterno
no respirando, pero germinando
porque sé que esto no ha sido en vano.
 
Y cuesta luchar y levantarse
cuesta ver la luz a instantes
sentir el abrazo fulminante
porque ya no quiero enojarme
no quiero mis venas arrancarme
quiero salir y no regresar nunca
quiero partir sin ataduras.
 
Por eso me voy
por eso me fui
por eso es que no puedo seguir aquí
perdóname si te ofendí
si fue un error o un desliz
no fue mi intención hacer sufrir
pero mi alma no pertenece aquí.
sdr

«Hacia vos, hacía mí. En el medio me perdí».  Autoría propia. 

Puppets & Routines

All my friends wondering who they know
Watching scenes of grotesque cuts and hoes
They don’t see the dark side of the moon
They just see the make up and the fume.

Trying to hide the pain
Changing the scene
Watch me I’m obscene
Do you see me clean?
Cozy and sweet?
Check your memories
Speeches and seeds
I cheated every single boundary
Surprised you and made you believe.
(Puppets and routines)

All my friends wondering who they know
Watching scenes of grotesque cuts and hoes
They don’t see the dark side of the moon
They just see the make up and the fume.

Everytime I bleed I’ll let you cum inside
Wondering why?
Everytime I kill you
You’ll watch me paralize
Innocence and pride
Nobody knows what’s hide in between
No one sees the liars and their schemes.
(Puppets and routines)

All my friends wondering who they know
Watching scenes of grotesque cuts and hoes
They don’t see the dark side of the moon
They just see the make up and the fume.

Shit is over there
Watch it everywhere
Can you feel the smell?
Do you hear the voices
Are they in my head?
Let me be unfair
Can you see the dark side of the moon?
Do you feel the strings and the rules?

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«Rape of the Sabine Women» by D.H. Lawrence.

Manicomio

Eran si acaso las siete. Aún hacía frío a pesar del sol naciente. La brisa helaba mis rodillas cubiertas por la suave tela. La luz se cuela entre las hojas. Saqué las cartas, ¡oh cuantas eran!. Una por una comencé a leer y a buscar respuestas. Estaban allí todas las señales, todo lo que hace tres días no lograba comprender. Estaba allí plasmado el miedo egoísta; pero también vi dibujados tus ojos y tus manos limpias, vi todo lo que amé desde que te cité aquel Diciembre. En medio de esas hojas amarillas y arrugadas por el tiempo, te tenía de nuevo cerquita, sintiendo tu calor entre mi pecho y mi vientre. Acariciando tu cara y tu pelo. Ya no me dolías. Eras mi momento de lucidez, la elocuencia de mis discursos vencidos, la sonrisa y el llanto mellizos de un mismo ruido: tu nombre. Hace frío en este gran patio. Yo con mi bata blanca y las pastillas de turno, espero a la enfermera y al sacerdote. Pronto será hora de que te olvide, de que me olvide. Pronto será hora de dormirme.

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«Quizás hoy no llueva». Autoría propia. 

Psicodelia

I. De Humores Sorprendidos

Ese día se despertó tarde
y sin quererlo de sí mismo se rió.
Se acordó de los pesares insinuantes,
los cobardes que le persiguieron la noche anterior.

En el fondo retumbaban
las heridas y los males,
se sorprendía con migajas
su instinto depredador.

Con enojo se alió a sus temores
estrategia peligrosa para quien no controle sus humores,
explosivas se tornaban sus movidas,
tan acostumbrado estaba ya a sus relaciones suicidas.

En lo hondo alucinaban
las heridas y los males,
aniquilando sus pocas hazañas
con instinto depredador.

Eran apenas las ocho y diez,
a su alrededor aún no se descubría el sol.
Llevaba llenos de ampollas sus pies,
sus ideas rotas lo encaminaron por donde se omitía el honor.

II. La Raíz de sus Males

Aleluya, aleluya, Dios bendiga sus pecados, los ha críado y manipulado como un padre con sus hijos alegando amor. Santificados sean los reinos tanto en la tierra como en los cielos, en los mares y las tribunas donde se absuelven a los cleros. Dennos hoy el pan de cada día y que el vino sirva para perdonar ofensas, o a quienes nos ofenden, para que se extingan del mundo las vírgenes y no se reproduzcan las ciegas directrices. Oh aleluya aleluya simulemos el tic tac del reloj, esperemos con hambre la codicia, la avaricia y la lujuria, el motor oculto que nos hace ser quien somos y nos separa de ese ancestro animal. En el nombre del padre, del cínico y del espíritu sabio, que se exponga nuestro carácter humano, la raíz de todo mal.

III. Lítost

Se escondían las salidas
los murmullos y semblanzas,
no veía nada más que apatía,
sin refugios ni esperanza.

La miseria amiga
su única compañía,
le permitía con disimulo ser dos:
Lítost.

Aún con penumbra ausente
no podía ser valiente,
en su mar se ahogaba sin motivo ni razón.

Intentó adoptar historias
fantasías y discordias,
nada pudo liberar su obsesión:
Lítost.

Su oración, su antídoto,
su realidad, su depresión,
los colores que nublaban su visión:
Lítost.

Le sobraban tantas sonrisas
las máscaras más desconocidas ,
las lagunas de una mente sin control.

Los anhelos como balas perdidas,
disparaba a las almas amigas,
se clavaba a sí mismo su impaciente decisión.

En su fondo alababa
sus heridas y sus males,
se sorprendía y renegaba
su psicodélica imprecisión.

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Tinta china sobre papel & digitalización, «Litost» por la artista amiga Silvina Patano, quien se inspiró en este escrito para su creación. 

Originalmente publicado en Salto al Reverso

Un nuevo día.

Se despertó algo tarde, eran más de las nueve seguramente. Habían sido días agobiantes, el cansancio físico le machacaba su espalda y sentía como si cargara toneladas. Decidió no ir a trabajar. Se quedó sentado por varios minutos a la orilla de su cama, mirando por la ventana. Aquella mañana de Julio que se suponía debía ser tibia y soleada, pintaba gris. Las ramas de un árbol vecino que se asomaban, se balanceaban sin ganas por el aire, oscureciendo sus verdes, no cantaban. Los pajarillos deambulaban sin rumbo ni sentido, como resignadas hojarascas que se arrastran a donde les diga el viento.

Miró sus manos entonces. Miró la marca que había dejado la soga de la noche anterior. Ya no le quemaba, pero el dolor trascendía lo físico y sensorial. Le dolía lo que no se podía tocar, lo que no se podía siquiera explicar. ¿Estaré volviéndome loco? -pensó. Fue al cajón de las pastillas y sacó un par de analgésicos. En su cabeza había más inquilinos de los que podía albergar, la bulla se había vuelto insoportable y ya no sabía cómo actuar. Perdió el control. Por tercera vez, su cuerpo se atrofió. Sus manos se doblaban retorciendo cada músculo. Sus piernas le temblaban bañadas en orín. Caía al suelo mientras sus pulmones desesperaban por una bocanada de aire. Sus ojos derramaban lágrimas de azufre por no poder salvarse.

Cuarenta y siete minutos pasaron. Se encontró de pronto divagando por las calles. Sus lentes oscuros le ocultaba la tragedia a los mortales. Se sentó en el parque en el que solía antes escribir. Donde desde niño se paseaba e imaginaba historias. El mismo lugar que fue testigo de sus derrotas y de sus triunfos. El tiempo se detuvo. Sutilmente se detuvo y todo lo demás se detuvo con él. Fue entonces que tuvo fuerzas de nuevo para ponerse de pie y sujetarse a sí mismo. Tomar su pluma de incoherencias y clavarla en su sien. Gota por gota, se derramaban los recuerdos que tanto amó. Aquello que le dolía también huía de su entorno, se escapaba a la velocidad de un convicto en fuga. Cayó al suelo, sin saber nada más.

Como cuando escribió «A la espera«, se encontró a sí mismo en aquella banca, del mismo parque y con las mismas ansias. Pero ya no había nadie. El desfile de personas y memorias ya no estaba. Ni la niebla, no había nada. Solo una repugnante calma y un silencio ensordecedor. Miró a su alrededor como buscando señales, un motivo, una razón. Yació sentado sin poder movilizarse. Sus piernas se entrecruzaban tal cual nudo y no sucedía nada. De pronto, entre la maleza, sacudióse el arbusto más pequeño, el más obtuso. Salió de él un viento helado, el mismo que le perseguía con y le sacaba de su status quo. Dejó asomar entre sus ramas una silueta particular. Un rostro humano, con la cara cubierta en barbas. Le miraba sin pestañear. Sabía que aquella figura saldría en cualquier momento, a tocar su hombro y desaparecer con el viento, tal cual lo habían hecho todos los demás. Pero antes de que eso sucediera, tiró con todas sus fuerzas para de golpe ponerse de pie.

Sé quien eres. -Le dijo enfadado.

Sé lo que quieres y lo que haces aquí. Sé que vienes a preguntarme cosas, a tocar mi hombro y a huir. Sé lo que pasó hace cinco años, sé que volvió  por ti. Sé de las muertes y los pedazos, sé tanto de ti como lo puedes saber tú de mí. Y eso me hace daño. ¿Sabes que maté a mi hermano? Mientras tú te perdías como duende, yo aprendía a ser humano. Mientras buscabas monedas de oros en bolsillos de extraños, yo comía mi propia mierda. Sabes que me negaste las palabras que yo con respeto albergué. No en vano sembré en tus cabellos la sabia de mi aprecio. Por eso no, ya no. Por eso me marcho con el viento. Por eso decido pararme de nuevo. 

Miraba a la gente revolteándose tal cual palomas. Habían gritos, llantos y sombras. Rodeaban el charco de lo impuro y deplorable, lamentando la vida de alguien que no merecía mencionarle. Mientras tanto él observaba desde la otra esquina, con soberbia y con ira. Se puso su traje y su corbata para ponerse en marcha. Lanzó miradas de desgracia. En sus manos marcó corazas. Se dispuso como un dios, con basta algarabía, a construir un nuevo día.

mikedargas-2

«Judas Kiss» hyperrealistic painting by Mike Dargas.